[Veneventos] MANIFESTACION EN SOLIDARIDAD CON LOS PALESTINOS DE JERUSALEN, SABADO, 16H, ANGEL DE INDEPENDENCIA
solidaridad con venezuela
coordinadoravenezuela at telmexmail.com
Fri Oct 16 19:46:45 EDT 2015
URGENTE MANIFESTACIÓN MUNDIAL EN SOLIDARIDAD CON LOS PALESTINOS
EN JERUSALEN
SABADO, 17 DE OCTUBRE, 16H
ANGEL DE INDEPENDENCIA, MEXICO,
D.F.
evento de la página en FB:
https://www.facebook.com/events/640636229412010/
(Para
invitar a tus amigos a la manifestación:
En la columna de la derecha, dice
INVITAR A AMIGOS. Te salen
invitaciones individuales y algunas sugerencias,
pero abajo de esa
lista, dice "Elegir de mi lista de amigos". Dar click ahi.
Te vienen
los amigos registrados por clasificación en un menú de la
izquierda,
selecciona la clasificación o los nombres que quieres y luego
"seleccionar todos")
página de FB de la Corsopal:
https://www.facebook.com/Palestina-M%C3%A9xico-Corsopal-584099111687883/
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Palestina
Una
rebelión ninguneada
Que la causa palestina tiene mala prensa no es
novedad. Por acción o
por omisión, los palestinos siempre pierden frente al
relato sionista
dominante. Cuando su resistencia es pacífica se los ignora y
olvida.
Cuando la opresión estalla en reacciones violentas, se presenta esa
violencia como la causa de la nueva crisis.
María
Landi
“Somos el único pueblo en el mundo al que se le exige
garantizar la
seguridad de su ocupante, mientras Israel es el único país que
pretende defenderse de sus víctimas.”
Hanan Ashrawi, legisladora
palestina y miembro de la Olp.
“Los jóvenes palestinos no salen a
asesinar judíos por el hecho de ser
judíos, sino porque somos sus ocupantes,
sus torturadores, sus
carceleros, los ladrones de su tierra y de su agua,
los que destruyen
sus hogares, los que los expulsan al exilio, los que
obstruyen su horizonte.”
Amira Hass, periodista israelí.
Para los
medios occidentales la historia empieza siempre con el primer
israelí
agredido. La noticia inmediatamente da vuelta al orbe y los
adjetivos sobre
el terrorismo palestino –nunca el israelí– se
multiplican profusamente.
Antecedentes, causas y contexto brillan por
su ausencia, y se difunde el
relato israelí en lugar de los hechos.
La periodista Amira Hass escribió
en estos días: “La guerra no empezó
el jueves pasado; no empieza con las
víctimas judías ni termina cuando
no hay judíos asesinados. Los palestinos y
palestinas están luchando
por su vida, en el pleno sentido de la palabra.
Nosotros los judíos y
judías israelíes estamos luchando por nuestro
privilegio como nación
de amos, en el más horrible sentido del término. (…)
Que notemos que
hay una guerra en curso sólo cuando se asesina a personas
judías no
elimina el hecho de que los palestinos están siendo asesinados
todo el
tiempo, y que todo el tiempo hacemos todo lo que está en nuestro
poder
para que su vida sea insoportable”.
Esa lógica perversa tiene
su origen en la habilidad del discurso
sionista para presentar a Israel como
la víctima, y llega al paroxismo
surrealista en coyunturas como la del año
pasado en Gaza, donde aun
después de que Israel bombardeó y asesinó a 2.200
personas (550 de
ellas menores de edad), los medios occidentales seguían
culpando de la
masacre a los inofensivos cohetes de Hamas.
Quienes
conocemos de cerca la intolerable realidad cotidiana de un
pueblo que vive
sin absolutamente ningún derecho, a merced de la
violencia impune –física y
estructural– del poder ocupante, sabemos,
como dijo el periodista Gideon
Levy, que “Hasta Mahatma Gandhi
comprendería las razones de este estallido
de violencia palestina. (…)
La pregunta es por qué no estalla con mayor
frecuencia”.
Jugando con fuego
Razones para la actual ola de
violencia que recorre Cisjordania
sobran. En particular en Jerusalén, donde
las políticas brutales de
limpieza étnica dejan a la población palestina más
vulnerable a las
expulsiones y demoliciones. Sin embargo, la principal causa
del
estallido es un factor subjetivo poderoso: las reiteradas incursiones
y ataques vandálicos de colonos y policías israelíes a la mezquita de
Al
Aqsa, que se suceden casi sin interrupción desde hace un año. Al
Aqsa es el
principal sitio sagrado en Palestina (y el tercero para el
islam en el
mundo), y es parte esencial de la identidad nacional
palestina, incluso para
la población no musulmana (recordemos que allí
se inició en 2000 la anterior
Intifada). Las autoridades israelíes, en
lugar de cuidar el delicado
equilibrio de ese lugar tan sensible, han
estado permitiendo las incursiones
y agresiones judías al tiempo que
prohíben a la población musulmana acceder
a su lugar santo. Una se
pregunta qué harían los medios occidentales si en
otro país las
autoridades prohibieran a la población judía entrar a su
principal
sinagoga mientras dejaran que hordas musulmanas cometieran en ella
actos de vandalismo.
El activista palestino Jamal Juma (coordinador
de la campaña contra el
muro) señaló que la diferencia más visible con las
anteriores
Intifadas es el papel que ahora están jugando los colonos
israelíes en
los ataques: “La población colonial se ha convertido en una
milicia
bien armada y organizada e ideológicamente motivada. Merodean por
los
pueblos palestinos y atacan a sus habitantes en las calles e incluso
en sus hogares. Desde la horrenda acción de quemar vivo al joven
Mohammed Abu Jdeir en Jerusalén, hasta el reciente ataque incendiario
en
el hogar de los Dawabsha (donde murieron tres de sus integrantes),
los
colonos han perpetrado ataques terroristas contra los palestinos.
Israel
apoya a esta milicia fanática para que lleve a cabo la parte
más sucia de la
agresión y represión en Cisjordania”.
Los medios occidentales son
igualmente sordos a la constante
incitación a la violencia y al odio racial
que practican los
dirigentes políticos israelíes. “La única democracia de
Oriente Medio”
es un país donde los ministros exhortan a la población judía
a salir a
la calle armada y matar a los árabes; donde el primer ministro
pide al
procurador general que se autorice el uso de rifles de francotirador
contra los árabes que tiran piedras, y el parlamento vota leyes para
penar ese delito con 20 años de prisión (siempre y cuando sean
palestinos; los colonos judíos pueden tirar piedras con total
impunidad); y donde el Ejecutivo anuncia que los árabes con ciudadanía
israelí detenidos por “actos terroristas” no tendrán derecho a
defensoría pública y serán despojados de dicha ciudadanía.
Un país
donde el Estado reduce a escombros las viviendas de los
palestinos acusados
de actos “terroristas”, castigando colectivamente
a una familia entera
(siempre numerosa y llena de niños), pero deja
impunes los crímenes
cometidos por los colonos judíos (hasta hoy “no
se ha encontrado” a los
culpables de quemar viva a la familia Dawabsha
en julio pasado).
¿La
Intifada de los cuchillos?
La actual revuelta está protagonizada por
adolescentes y jóvenes y no
tiene dirección organizada (al margen incluso de
los dos grandes
partidos, Fatah y Hamas). La juventud se ha levantado por
encima de
divisiones políticas y geográficas, sin esperar el acuerdo de
unidad
que los partidos fracasaron en alcanzar. Además de la lluvia de
piedras, el arma “novedosa” que algunos solitarios están empleando es
el
cuchillo. Los jóvenes atacan sabiendo que serán inmediatamente
ejecutados
por la policía.
Quienes salen a apuñalar no son inadaptados sociales o
violentos. Su
conducta suicida es el acto desesperado de quien ha perdido
toda
esperanza, no tiene a quién recurrir para reclamar el más elemental de
sus derechos y siente que no hay horizonte ni líderes a quienes seguir
en la lucha de liberación. Es la generación que creció a la luz de la
farsa de Oslo y su proceso de paz, viendo cómo cada día los israelíes
avanzaban en el despojo sistemático, mientras los dirigentes corruptos
se construían mansiones cerca de donde brotaban nuevas colonias en
tierras robadas. Lo resumió la parlamentaria palestina Hanin Zoabi:
“Los
apuñalamientos que vemos todos los días son expresión individual
del
sentimiento de frustración y desesperanza. Los ataques cesarán
cuando los
jóvenes encuentren colectivamente una forma mejor de resistir”.
Los
cuchillos son reales, pero también imaginarios. En la demencia que
se ha
apoderado de la sociedad israelí cualquier persona palestina
puede ser
abatida simplemente porque a alguien le pareció que portaba
un arma o
representaba una amenaza, o por puro odio racista (choferes,
periodistas y
comerciantes han sido agredidos por ser árabes). Incluso
dos israelíes
fueron apuñalados porque sus compatriotas los
confundieron con árabes. La
ejecución extrajudicial se ha vuelto el
modus operandi para “neutralizar” el
peligro árabe, mientras los
israelíes que cometen actos similares son
eficazmente desarmados por
las fuerzas del orden.
En contraste con la
hipérbole mediática sobre la violencia palestina,
los videos que circulan
por las redes sociales muestran la otra cara
de lo que está pasando en las
calles: soldados que ametrallan a una
palestina de 18 años en un checkpoint
de Hebrón después de gritarle
órdenes en hebreo que ella no entendía;
policías que matan a un joven
desarmado de 19 cuando huía de una horda
enardecida, sólo porque los
perseguidores gritan que intentó apuñalar a
alguien y piden que lo
maten; una mujer que es abatida en una estación de
buses mientras
levanta los brazos mostrando que no está armada; un chico de
12 años
desangrándose en la calle, muerto de terror, mientras los
transeúntes
le gritan: “¡Muere, hijo de puta!” (el día después de que su
primo fue
asesinado por un conductor israelí que deliberadamente le pasó por
arriba); otra joven que es asesinada porque reaccionó con violencia
cuando un colono judío quiso arrancarle la hijab.
Futuro
incierto
En la primera quincena de octubre ya van nueve personas
israelíes y 30
palestinas asesinadas –y miles heridas, algunas de gravedad–.
De las
30, 11 cometieron hechos de violencia y nueve fueron muertas en Gaza:
siete por francotiradores cuando protestaban pacíficamente cerca de la
valla de seguridad, y una mujer embarazada y su hijita de 2 años
cuando
un misil israelí destruyó su casa.
No se sabe aún el alcance, duración u
orientación que tendrá el
alzamiento espontáneo que recorre Cisjordania.
Parece claro, no
obstante, que marca el final de un ciclo tras 20 años de
fracasos: el
del proceso de paz iniciado con los Acuerdos de Oslo y llevado
adelante por la deslegitimada Anp. Esta Intifada parece ser también
contra ella, que nunca ha dejado de cooperar con Israel para quebrar
cualquier atisbo de resistencia armada, empleando para ese fin las
fuerzas de seguridad palestinas (las únicas que hoy constituyen en
Cisjordania una fuerza armada organizada y que jamás se han enfrentado
a
las israelíes).
La sociedad palestina hoy está fragmentada, oprimida y
asfixiada como
nunca por el gobierno más fascista que ha tenido Israel en
toda su
historia, y traicionada por dirigentes que hicieron de colaborar con
el ocupante su modus vivendi. Si hay una esperanza, está en el
creciente
movimiento nacional y global de Boicot, Desinversión y
Sanciones (Bds), al
que adhieren casi 200 organizaciones de la
sociedad civil
palestina.
Estos días el Bds ha lanzado un llamado a la acción para que
la
solidaridad con la causa palestina se exprese a través de medidas
efectivas que contribuyan al aislamiento internacional de Israel. Por
otro lado, el pueblo palestino tiene un arma poderosa que todavía no
ha
empleado: una campaña masiva de boicot dentro del territorio
palestino –que
tendría sin duda un alto costo para una población que
depende totalmente de
los productos y la moneda israelíes– podría
tener un efecto devastador para
la economía israelí, considerando que
el palestino es su segundo mercado. El
tiempo dirá si la sociedad
palestina es capaz de asumir el
desafío.
Por su parte, Jamal Juma afirma: “Todo el contexto político,
social y
económico está preparando a la población palestina para este
levantamiento. (…) Los jóvenes son los protagonistas en esta rebelión.
Con cada oleada de protestas están construyendo nuevas estructuras de
base de la resistencia. (…) La pregunta correcta no es si se producirá
una tercera Intifada, sino si será lo suficientemente fuerte para que
dure. El factor decisivo es el proyecto colonial de asentamientos de
Israel. Incluso en ausencia de un liderazgo palestino eficaz, si los
colonos y su Estado continúan atacando al pueblo palestino, más
temprano
que tarde veremos el surgimiento de una Intifada total
construida sobre la
organización
popular”.
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Carta
desde la prisión
Paciencia palestina
“Nos pidieron que fuéramos
pacientes y lo fuimos, ofreciendo una
oportunidad tras otra de alcanzar un
acuerdo de paz. Quizá sea útil
recordar al mundo que nuestras privaciones,
el exilio, las expulsiones
forzadas y la opresión han durado casi 70 años.
Somos el único asunto
que perdura en la agenda de la Onu desde su fundación.
Nos dijeron que
si recurríamos a medios pacíficos y a canales diplomáticos
recibiríamos el apoyo de la comunidad internacional para poner fin a
la
ocupación. Y sin embargo, la comunidad internacional ha sido
incapaz de
poner en marcha una estructura internacional para aplicar
el derecho
internacional y las resoluciones de la Onu, ni de aplicar
medidas efectivas
que hagan posible la rendición de cuentas, incluidos
el boicot, el retiro de
inversiones y las sanciones, que jugaron un
papel clave para poner fin al
régimen de apartheid en Sudáfrica.
Me uní a la lucha por la independencia
palestina hace 40 años y fui
encarcelado por primera vez con 15 años. Eso no
me impidió reclamar la
paz a partir del derecho internacional y las
resoluciones de la Onu.
Pero he visto a Israel, la potencia ocupante,
destruir de forma
metódica esta posibilidad año tras año. He pasado 20 años
de mi vida
en cárceles israelíes, incluidos los últimos 13 años, y todo este
tiempo me ha convencido de esta verdad inalterable: el último día de
ocupación será el primer día de paz. Aquellos que buscan lo segundo
necesitan actuar para que pueda producirse lo primero.
(Fragmento de
la carta enviada desde la cárcel por el preso político
Marwan
Barghuti.)
tomado de:
Brecha, Montevideo, 16-10-2015
http://brecha.com.uy/
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